MANUEL MUÑOZ , Levante-EMV, 18 de septiembre de 2007
El psicodrama que vive el grupo parlamentario de Compromís y, por ende, el partido Esquerra Unida del País Valencià -o viceversa- está envenenando la vida pública y enturbiando las ilusiones del sector del electorado que dio su voto a esa opción en las últimas elecciones autonómicas. Me abstendré de hacer prolijo resumen de lo publicado. Baste con recordar que la ruptura -a lo que parece, irreversible- se ha producido en el seno de Esquerra Unida. Mientras, el Bloc Nacionalista, compañero de coalición, bien que de la mano del sector Esquerra i País, parece asistir con un cierto estupor a esta especie de tragedia política.
Se daba por sentado que con la expulsión de las diputadas díscolas (Mònica Oltra y Mireia Mollà) la dirección de EU (Glòria Marcos y el PCPV, para entendernos) seguiría un camino electoral ante las generales, mientras que Esquerra y País con el Bloc emprendería otro, teniendo la actual diputada Isaura Navarro como candidata.
La intervención de la dirección de Izquierda Unida, no obstante, viene a complicar aún más las cosas. El líder de este partido, Gaspar Llamazares, está en sintonía con las llamadas díscolas de Valencia, y es tan poco probable que Glòria Marcos y los suyos escuchen sus llamadas a la reconciliación como que la dirección de Esquerra Unida en Madrid reconozca las expulsiones. Así pues, y habida cuenta que estamos en precampaña, en unos meses podremos encontrar una lista a las generales de Esquerra Unida y otra, diferente, de Izquierda Unida-Bloc Nacionalista.
Habida cuenta de lo exiguo de los resultados cosechados por ese sector del electorado en su conjunto en las últimas autonómicas, ¿es previsible que alguien logre representación? Pues yo diría que no, pero solo habrá que esperar para saberlo.
El psicodrama que vive el grupo parlamentario de Compromís y, por ende, el partido Esquerra Unida del País Valencià -o viceversa- está envenenando la vida pública y enturbiando las ilusiones del sector del electorado que dio su voto a esa opción en las últimas elecciones autonómicas. Me abstendré de hacer prolijo resumen de lo publicado. Baste con recordar que la ruptura -a lo que parece, irreversible- se ha producido en el seno de Esquerra Unida. Mientras, el Bloc Nacionalista, compañero de coalición, bien que de la mano del sector Esquerra i País, parece asistir con un cierto estupor a esta especie de tragedia política.
Se daba por sentado que con la expulsión de las diputadas díscolas (Mònica Oltra y Mireia Mollà) la dirección de EU (Glòria Marcos y el PCPV, para entendernos) seguiría un camino electoral ante las generales, mientras que Esquerra y País con el Bloc emprendería otro, teniendo la actual diputada Isaura Navarro como candidata.
La intervención de la dirección de Izquierda Unida, no obstante, viene a complicar aún más las cosas. El líder de este partido, Gaspar Llamazares, está en sintonía con las llamadas díscolas de Valencia, y es tan poco probable que Glòria Marcos y los suyos escuchen sus llamadas a la reconciliación como que la dirección de Esquerra Unida en Madrid reconozca las expulsiones. Así pues, y habida cuenta que estamos en precampaña, en unos meses podremos encontrar una lista a las generales de Esquerra Unida y otra, diferente, de Izquierda Unida-Bloc Nacionalista.
Habida cuenta de lo exiguo de los resultados cosechados por ese sector del electorado en su conjunto en las últimas autonómicas, ¿es previsible que alguien logre representación? Pues yo diría que no, pero solo habrá que esperar para saberlo.
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